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El Ministerio de Educacion y Cultura (MEC) implementa, desde mediados de 2014, el programa Plantar es Cultura con la finalidad de apoyar los emprendimientos realizados por diferentes experiencias de huertas urbanas comunitarias y con colectivos de familias, asociaciones y grupos que trabajan a nivel local en diferentes espacios de la ciudad y el campo.

La iniciativa surge a partir de una demanda cultural detectada por el Ministerio de generar un nuevo vínculo con los alimentos, así como de impulsar una mayor integración social y apropiación de espacios públicos.

Desde su consolidación, el programa apoya 31 emprendimientos en Montevideo y el interior del país mediante el aporte de un kit que contiene herramientas básicas de mano para trabajar a escala pequeña y semillas criollas de productores orgánicos a través de un acuerdo realizado con la Red de Semillas del Uruguay.

 

En el marco del Programa de Huertas en Centros Educativos que lleva adelante la Facultad de Agronomía, junto con el Instituto Nacional de Investigación Agrícola (INIA) y financiado por el MEC, se editó el libro Alimentos en la Huerta. Esta edición incluye el calendario hortícola, los principales cultivos que se pueden plantar a nivel urbano en espacios reducidos, junto con las bases nutricionales de los alimentos y recetas posibles de realizar con lo producido en la huerta para fomentar de esta manera una alimentación familiar sana.

Carlos Brasesco, encargado de llevar adelante el programa, valoró el rol de las huertas “como una forma de garantizar que lo que consumimos sea un producto sano, producido por uno mismo, donde hay un control sobre la producción y por lo tanto en el consumo”.

Las hortalizas y algunas frutas constituyen la mayor producción de las huertas comunitarias. Quienes las cultivan pueden controlar su calidad y su consumo evitando las consecuencias de la producción comercial, explicó Brasesco.

Desde Plantar es Cultura se apunta a la concientización sobre la importancia de modificar los patrones de alimentación actuales y promover una alimentación más sana. “La autoproducción de alimentos, es desde nuestro punto de vista una herramienta para promover ese tipo de cambios, incorporando a la dieta más hortalizas y frutas frescas que de alguna manera vayan cambiando la forma en que nos vinculamos con la alimentación y además aprender cómo se produce, distribuye y comercializa el alimento y educar sobre un consumo crítico y más responsable”, agregó.

La producción en huertas brinda parámetros para orientarse a la hora de consumir en un supermercado o una feria. Al producir parte de lo que uno consume y poder controlar el proceso de producción, es posible lograr una alimentación más sana.

El hecho de trabajar la tierra y vincularse con la naturaleza directamente genera otros valores que inciden en la elección de qué consumir y cómo elaborar la dieta. La organización comunitaria hace trascender a lo alimentario como algo meramente individual, estrechando vínculos con el resto de la sociedad y con el plano educativo.

Brasesco destacó la importancia de incorporar temas alimentarios a través de las diferentes herramientas educativas. “En las escuelas donde hay una huerta es más fácil trabajar el tema de la alimentación saludable conociendo las ventajas y las dificultades que tiene producir el alimento como forma de vincular lo urbano con lo rural”, expresó.

Actualmente el programa trabaja en un proyecto articulado junto a egresados de la Escuela de Nutrición y del emprendimiento de “Savia Savia”, titulado “De la tierra al pIato”. La idea busca vincular la cocina natural, la nutrición para la alimentación saludable y la huerta orgánica a través de talleres que se realizarán durante el año por el interior del país.

 

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