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Son el semillero del desarrollo científico nacional. Sus actividades movilizan cada año a más de 50.000 personas en 120 localidades de todo el país. Quienes participan de ellos son parte activa del aprendizaje y pueden encontrar nuevos caminos para proyectarse a futuro. Los Clubes de Ciencia ocupan hoy un importante rol en el proceso de formación de los niños, niñas y jóvenes uruguayos.

 

La particularidad de estos espacios es que surgen a iniciativa propia de estudiantes, docentes y/o vecinos. Su conformación no se restringe únicamente a la órbita de la educación formal.

Un importante número de Clubes están conformados por niños y niñas de INAU, Caif, centros culturales y organizaciones no gubernamentales de distintas partes del país.

Todos los proyectos son presentados anualmente en las ferias departamentales y en una gran feria nacional. Estas instancias sirven como punto de encuentro, en un escenario de total equidad, con participación y apoyo de la comunidad.

 

Aunque sus inicios se remontan al año 1985 a propuesta de la UNESCO, no fue sino hasta hace unos pocos años que a través de un proceso descentralizador, los Clubes comenzaron a cobrar relevancia por su visión territorial y sus proyectos de calidad. Esto ha permitido obtener reconocimientos en Uruguay, Chile y Estados unidos.

 

El trabajo interinstitucional es otro de los componentes fundamentales para el éxito de esta política. La coordinación entre el MEC, la ANEP y la UdelaR permitió superar la barrera histórica de 600 Clubes de Ciencia hasta llegar en la actualidad a los 735. Esta unión de esfuerzos llevó también a contar con un grupo de apoyo para los equipos de investigación.

 

Los Clubes de Ciencias son un complemento a otras formas de aprendizaje, por eso, todas las propuestas están incorporadas a las instituciones educativas. Esta política ha mostrado resultados muy positivos, permitiendo aplicar a la práctica nuevos conceptos y estimular el trabajo en equipo, la creatividad y la innovación.

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