Del error de las calificaciones será directamente responsable el Superior que las discierna, constituyendo su falta de equidad o de
escrupuloso concepto un antecedente muy desfavorable para su propia calificación, y, en consecuencia, sujeto a sanción disciplinaria o penal, según corresponda, la que en todos los casos se hará efectiva, cuando haya evidente mala fe o falta de preocupación.