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Ana Clara, Bruno, Francisco y Gastón son algunos de los y las estudiantes que emprendieron el desafío de trasladarse para estudiar una carrera de la Universidad de la República en el interior del país. Diversos motivos les llevaron a tomar esa decisión pero todos coinciden que les impulsó lo atractivo de la carrera que decidieron cursar y en las nuevas experiencias y posibilidades que la universidad les ofrece.

La Universidad de la República (Udelar) cuenta con más de siete modernas sedes y tiene presencia en 11 departamentos del interior. Presenta más de 115 ofertas de enseñanza, carreras completas en todo el país y 30 carreras únicas que se pueden cursar solo en el interior. Estas carreras únicas corresponden a diferentes facultades de la Universidad de la República y se dictan exclusivamente en las sedes del interior del país, atendiendo a las dinámicas productivas, sociales y culturales de las localidades y/o regiones.

Según datos oficiales de la Udelar, en 2007, ingresaron a estudiar en los Centros Universitarios del Interior cerca de 1100 estudiantes mientras que diez años después casi 4000 estudiantes han decidido estudiar en los mismos.

Animarse al cambio

Ana Clara Bouzas, de 26 años, es de Montevideo, y egresó en 2018 de la Licenciatura en Recursos Naturales, carrera de la Facultad de Ciencias que se dicta en el Centro Universitario de Rivera y es una de las ofertas de carreras únicas que brinda la Udelar en el interior.

En 2011, cuando aún no conocía la Licenciatura en Recursos Naturales, empezó a cursar la Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias en Montevideo hasta el 2013, año en el que conoció la posibilidad de estudiar la Licenciatura en Recursos Naturales. “Me interesó lo innovador de la propuesta, a pesar de que tenía que mudarme a 500 km de donde viví toda mi vida. Averigüé más información y gracias a la creditización, me permitieron revalidar todas las materias ya aprobadas y, junto a una gran amiga que también cursaba Biología en Facultad de Ciencias, me anoté en la carrera y en el 2014 comenzó la aventura riverense”.

Por su parte, Bruno Franschelli, tiene 19 años, también es de Montevideo y actualmente vive en Tacuarembó porque decidió cursar la carrera Ingeniería Forestal en el Centro Universitario de Tacuarembó, que desarrolla conjutamente las facultades de Ingeniería, Agronomía y Química, otra de las carreras únicas que ofrece la Udelar para estudiar.

Bruno conoció la carrera en una feria de las universidades que se realizó en el liceo al que asistía y “luego de algunas idas y vueltas, decidí instalarme en Tacuarembó para realizar la carrera”, cuenta.


En tanto, Francisco Neves, de 21 años, nació en Cuidad de la Costa (Canelones) y cuando tenía 18 años se mudó a Maldonado para estudiar la Licenciatura en Gestión Ambiental que se dicta en el Centro Universitario Regional del Este (CURE).

“Nací y viví en Ciudad de la Costa y cuando terminé el liceo sabía que quería estudiar algo relacionado con la naturaleza, conocerla más y buscar las maneras de no dañarla tanto”, dice. “En esa búsqueda recorrí la Facultad de Ciencias pero sentía que no estaba allí lo que buscaba. En ese entonces me enteré de la oferta educativa que tenía el Polo Educativo Arrayanes: la Tecnicatura en Conservación y Gestión de Áreas Naturales y decidí inscribirme”. Francisco agrega que su madre se enteró por las redes sociales del CURE que existía la Licenciatura en Gestión Ambiental, entonces: “Fui, consulté y también me inscribí, sinceramente con pocas ganas pero igual me inscribí. Es que yo quería estudiar en la UTU Arrayanes y no en una facultad. Pero hoy hace cuatro años que estudio en el CURE y es un lugar único, me di cuenta que es mi lugar, el ambiente es tranquilo y la interacción entre estudiantes de diferentes carreras es lo que más me gusta”.

Mientras que Gastón Echeveste Martinol, quien nació en Tacuarembó y tiene 26 años, actualmente vive en Salto porque cursa la Licenciatura en Recursos Hídricos y Riego en la sede de Salto del Centro Universitario Regional (Cenur) Litoral Norte, carrera única de la Udelar que desarrolla la Facultad de Ingeniería.

Gastón explica que cuando egresó como bachiller eligió irse a Montevideo para continuar estudiando Ingeniería Civil Hidráulico-ambiental, carrera que cursó cuatro años, hasta que decidió cambiar de carrera y trasladarse a Salto. Las reválidas de materias aprobadas le permitieron ingresar en el segundo año de la Licenciatura en Recursos Hídricos y Riego.

Propuesta académica innovadora

Para Ana Clara la Licenciatura en Recursos Naturales tiene grandes fortalezas. “Es una carrera amplia, interdisciplinaria, que contiene una formación teórica y práctica, con salidas de campo, sobre varios ejes: físico-matemático, químico-biológico, recursos naturales, geociencias y socio-económico. Se realizan muchos trabajos en equipo donde, al compartir con estudiantes con distintos perfiles y que provienen de diferentes áreas, se enriquece la discusión”, explica. Para ella esta formación, junto a su modalidad, “brinda al estudiante una comprensión integral del ambiente y la práctica para plantear estrategias sobre cómo abordar estas temáticas”, añade.


Bruno considera que la carera de Ingeniería Forestal “tiene fuertes componentes de cada una de las facultades, en el área físico-matemática por ingeniería, toda la parte de los árboles y la parte como quien dice “más verde”, la aporta la Facultad de Agronomía, y el trabajo en los laboratorios y con la química obviamente la aporta la Facultad de Química”.
Bruno desde chico siempre manifestó su interés por los números, pero también lo atraía el campo, entonces estaba en duda si hacer Ingeniería o Agronomía. Buscando asesoramiento y más información se comunicó con el Centro Universitario de Tacuarembó, donde recibió información necesaria, que terminó definiendo que Ingeniería Forestal era la opción que estaba buscando.
Tenía grandes expectativas, sabía que se iba a encontrar con clases más pequeñas, en comparación con algunas clases en los primeros años de las carreras que se dictan en la capital, “la verdad que cumplió y superó mis expectativas”. También destaca el nivel de los docentes y de las instalaciones disponibles para el desarrollo de la carrera: “El contacto con los profesores es muy sencillo ya que circulan permanentemente, hay posibilidad de encuentro todo el tiempo, como para preguntar alguna duda y a la hora de los exámenes es un componente muy importante”, dice Bruno.

Francisco destaca de la riqueza de cursar la Licenciatura en Gestión Ambiental y también de estudiar en el CURE porque “la diversidad de carreras y cursos que se encuentran allí te impulsan a ser una persona interdisciplinar, algo importante y fundamental para analizar las problemáticas ambientales que enfrentamos en la actualidad”.

Sobre la no masividad de las clases, Francisco explica que “somos pocos estudiantes y eso es bueno si lo miras por el lado de la comodidad y relacionamiento más directo con los docentes”. En cuanto a los temas y la forma que se abordan en el CURE “son fundamentales para cualquier estudiante, como por ejemplo, conocer sobre los diversos procesos culturales que ocurrieron y conocer sobre las herramientas que existen para un adecuado trabajo colectivo”.

En cuanto a la elección de la Licenciatura en Recursos Hídricos y Riego, Gastón señala que “mi rama de interés era la ingeniería civil hidráulico-ambiental, que abarca temas muy coincidentes con la licenciatura dictada en Salto. Una vez más, la motivación principal fue la aplicación práctica que tiene esta carrera a la hora de adquirir conocimientos científicos claves para una carrera profesional de este tipo, que abarca ciencias naturales donde la práctica y las tareas de campo hacen los resultados”.


Para Gastón el atractivo de esta licenciatura estaba en la idea de que sería una carrera con temas muy coincidentes y en constante aplicación práctica, y destaca que para él cambió totalmente las metodologías de estudio, ya que logró un mejor contacto con compañeros y un trato más directo con profesores, con clases más personalizadas, logrando participar, incluso, en tareas de investigación todos los semestres con distintos tutores.

En este sentido, subraya que “la poca cantidad de alumnos hace posible una mayor velocidad en aprender y mejor calidad de los conocimientos aprendidos que se ponen en práctica en tareas de campo. Actividades que son más fáciles de llevar a cabo que en las clases que se dictan en Montevideo donde hay 800 alumnos por turno”.

Además, “creo que esa proximidad con los coordinadores de carrera y profesores hace que las materias sean mucho más universales y generan un seguimiento de parte de los profesores coordinadores no solo de nuestra escolaridad sino que también están al tanto de qué deficiencias intelectuales vamos teniendo”, señala Gastón.

La vida en el interior

Sobre su vida en el interior durante tres años y medio, Ana Clara dice que “fue un mundo de posibilidades y oportunidades, de conocer distintas realidades y abrir la cabeza”. Su experiencia en el Centro Universitario de Rivera fue muy enriquecedora y le permitió acercarse a proyectos de investigación y extensión más fácilmente y también al cogobierno. “Este tipo de instancias son favorecidas por haber menor cantidad de estudiantes, porque se pueden generar vínculos más estrechos con los y las docentes, promoviendo así una mayor participación estudiantil en la vida universitaria” opina.

Referente a su experiencia de vida en Tacuarembó, para Bruno “en Montevideo uno está acostumbrado a una vida más rápida, con más cosas para hacer, una ciudad mucho más viva. Los primeros meses el cambio es mucho más complicado porque uno está acostumbrado al ruido, al movimiento, pero después te vas acostumbrando a la tranquilidad del interior. Todo es mucho más tranquilo, más ordenado y la verdad que al final termina siendo más cómodo vivir acá en el interior porque vas conociendo a tus compañeros y te haces nuevos amigos, todo el ruido y el movimiento ya no se extraña”.

El campus donde se ubica el edificio de la sede de Tacuarembó, es un espacio amplio que permite a los y las estudiantes realizar diversas actividades en contacto con la naturaleza y en forma segura. “Siempre nos juntamos a estudiar en el campus, es algo muy bueno porque las distancias son mucho más cortas, en Tacuarembó esta todo a menos de 10 minutos, hay lugares muy tranquilos exclusivamente para los estudiantes y para poder estudiar en grupo. La verdad es que eso ayuda mucho en el rendimiento”.

Francisco también destaca que su experiencia de vivir en Maldonado es muy positiva y también lo es estudiar la carrera que eligió. “Si bien la Licenciatura es bastante nueva en el Uruguay, existe un Centro de Estudiantes que trabaja duro por la mejora constante de la carrera, además de organizar actividades de difusión de los trabajos e investigaciones que se desarrollan en el CURE. Si alguien quisiera conocer más acerca de la Licenciatura, además de comunicarse con la institución también se puede comunicar con el centro (CELGA) y seguro encontrará a alguien que lo ayude”.

Gastón se muestra contento por haber tomado la decisión de mudarse a Salto: “me siento orgulloso de haber tomado la decisión de mudarme a Salto por todos los buenos resultados que llegaron después y por eso doy mi testimonio, para que futuros alumnos de la Udelar elijan las sedes del interior”.

Considera también que “para estar enfocados los estudiantes debemos estar tranquilos, no tener grandes presiones, disponer de tutores calificados e interesados, generar grupos de estudio con buenos compañeros y tener profesores atentos. Todas estas características las encontré en la sede Salto del Cenur Litoral Norte de la Udelar”

Red de Comunicación de la UDELAR en el Interior

La Red de comunicación de la Udelar en el interior esta conformada por representantes de las Unidades de Comunicación de: Centro Universitario Regional Litoral Norte, Centro Universitario Regional del Este, Centro Universitario de Tacuarembó, Centro Universitario de Rivera y Comisión Coordinadora del Interior.

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